La ciudad regresó durante el fin de semana a su época medieval
Javier Andrés - domingo, 27 de julio de 2014
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| Arévalo se despidió este domingo de sus IV Jornadas Medievales. Ricardo Guerra |
La ciudad de Arévalo
regresó este fin de semana a la Edad Media gracias al programa
planificado en las IV Jornadas Medievales. Los visitantes y arevalenses
pudieron disfrutar de diversas actividades, de entre las que destacaron
las dos representaciones históricas, exhibiciones de cetrería, juegos y
talleres infantiles y espectáculos de brujería flamenca que se
celebraron en torno a la plaza de la Villa, lugar que albergó el mercado
artesanal.
Durante el domingo el plato fuerte fue la recreación histórica ‘Los momos de Ysabel’, una fiesta que se desarrolló en Arévalo el 17 de noviembre de 1467 con motivo de la celebración de la mayoría de edad del infante Alfonso, hermano menor de la que años más tarde sería Isabel La Católica. En el escenario de la plaza de la Villa, Isabel de Portugal, madre de los infantes; Chacón, instructor de los jóvenes; y el infante Alfonso se sientan en una mesa amplia llena de manjares. La infanta Isabel, que en un principio no asiste a la cena, prepara con el poeta Gómez Manrique una sorpresa para su hermano. Consiste en los fados, canción de estilo portugués, que se escribieron para desear al futuro rey Alfonso «triunfos y victorias, grandezas temporales y hechos que merezcan glorias terrenas y celestiales», según el fado que lee la infanta en la ceremonia.
Las IV Jornadas Medievales de Arévalo concluyeron con el espectáculo de brujería flamenca, que se repitió a petición popular dado el éxito que tuvo este sábado por la noche, y con el repique de las cien campanadas que, por aquel entonces, cerraban las puertas de la ciudad amurallada en la época medieval.
Durante el domingo el plato fuerte fue la recreación histórica ‘Los momos de Ysabel’, una fiesta que se desarrolló en Arévalo el 17 de noviembre de 1467 con motivo de la celebración de la mayoría de edad del infante Alfonso, hermano menor de la que años más tarde sería Isabel La Católica. En el escenario de la plaza de la Villa, Isabel de Portugal, madre de los infantes; Chacón, instructor de los jóvenes; y el infante Alfonso se sientan en una mesa amplia llena de manjares. La infanta Isabel, que en un principio no asiste a la cena, prepara con el poeta Gómez Manrique una sorpresa para su hermano. Consiste en los fados, canción de estilo portugués, que se escribieron para desear al futuro rey Alfonso «triunfos y victorias, grandezas temporales y hechos que merezcan glorias terrenas y celestiales», según el fado que lee la infanta en la ceremonia.
Las IV Jornadas Medievales de Arévalo concluyeron con el espectáculo de brujería flamenca, que se repitió a petición popular dado el éxito que tuvo este sábado por la noche, y con el repique de las cien campanadas que, por aquel entonces, cerraban las puertas de la ciudad amurallada en la época medieval.
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